El 30 de enero llegaba desde Valladolid en tren Clara, y
días después, el 1 de febrero aterrizaba Flora en Oporto para pasar 10 días en
Galicia. Debido a que nuestra querida amiga taiwanesa hace 200 fotos
por minuto, tenemos cada segundo fotografiado. Y cuando digo cada segundo, es
exactamente eso. Fotos en el desayuno, en la comida, en la cena, mañana, tarde
y noche. Exagerado, yo me sentía como una famosa acosada por un paparazzi todo
el día.
Clara llegaba un miércoles, qué nervios antes de verla.
Cuando Tere y yo cruzamos la puerta de la estación de Santiago y la vimos allí
era tan raro y tan genial a la vez… me encantaba estar en el coche y escuchar
sus historias con ese acento vallisoletano tan guay ;). El jueves salimos por
aquí y fuimos a una fiesta con mis amigas Alba y Sara, y demás amigas de Alba.
Al día siguiente mi prima Sara venía a comer porque tenía que coger el tren
pronto, y fue ella quien nos sacó de la cama a golpe de telefonillo. Comimos
con toda la calma, Sara se fue a Orense y nosotras nos fuimos las 3 en amor y
compañía (y mucho sueño) a Vigo para recoger a Flora. Su vuelo era a Oporto y
desde allí tenía que ir a Vigo.
En el tren coincidimos con Antonio, el hermano pequeño de
Tere, que se iba a entrenar a Pontevedra, y a la llegada nos esperaba Javi en
coche para ir a la playa (el día no acompañaba demasiado, pero eso no importa).
Al ser viernes el tren venía llenísimo, y tuvimos que luchar para conseguir la
mesa de 4 libre. Cuando estábamos esperando para subir un chico se resbaló y se
cayó, vaya momentazo, fue imposible aguantarse la risa, aunque ahora que lo
estoy escribiendo suena a crueldad, pero ya se sabe, cuando se te cae el móvil
o una copa que acabas de pedir, ni puta gracia, pero una caída de un amigo son
las risas, y de un desconocido aún más.
Javi y Tere nos hicieron de guías en Vigo, y antes de estar
allí de paseo, fuimos hasta Samil. A pesar del viento y de que empezó a llover,
no se podía estar mejor. Flora llegó tarde, por lo que perdimos el tren que
teníamos previsto coger, y al final llegamos a Santiago a las 12 de la noche.
Con una parada previa en mi casa para coger nuestras cosas, al final a la 1:30
estábamos todos en casa de Tere. Cenando tardísimo nos fuimos a dormir a las
mil y una. Flora estaba cansada por el viaje, y nosotras 3 muertas de haber
salido el día anterior.
Voy a tener que hacer memoria para recordar el
acontecimiento de las cosas, porque hicimos tantísimas que las tengo un poco
revueltas en mi mente. El primer finde lo pasamos de okupas en casa de Tere, con
su familia y con unos horarios rarísimos y de lo más atípicos por las
circunstancias, levantándonos tarde, cenando tardísimo y acostándonos a unas horas como si hubiésemos salido de fiesta. Flora flipaba porque pensaba que eso era lo normal, cenar a la 1 de
la mañana y acostarse a las 4… no dejaba de repetir “spanish people are insane”
(los españoles estáis locos).
Ese fin de semana comimos allí, creo que nunca había probado
una comida tan genial como la que hizo Belén, la madre de Tere, para que Flora
y Clara probasen todas y cada una de las delicias da terriña. Empanada, cocido,
pulpo, marisco… ya os imagináis, buenísimo!
Esos días estuvimos en Santiago, callejeando y de bar en
bar, era gracioso ser guiri-guía en mi propia ciudad y hacer las típicas fotos
en la catedral y por la zona vieja. Sobre todo con Flora, que entró en algunas
tiendas de souvenirs del Franco, en las que yo jamás había puesto un pie. Pero
ella no podía prescindir de comprar 20 postales y una “llave de la puerta
Santa” (una horterada). Lo mejor era explicarle (en inglés, he ahí el dato) la
historia de la ciudad, lo que era el botafumeiro y estas cosas, para mí tan
cotidianas. Cada vez que cambiábamos de bar, Flora preguntaba sorprendida,
“¿pero a un bar? ¿otra vez?”, está claro que la vida española es muy callejera,
porque nuestra taiwanesa no dejaba de sorprenderse del ritmo de comer y beber
que llevamos.
El domingo por la tarde vino mi prima Marta a buscarnos a
casa de Tere y nos llevó a las cuatro a la playa del Vilar, a Cabío y a la
Puebla; entre el mar y la arena pasamos el día. El lunes comimos todas en mi
casa y por la tarde fuimos a la Ciudad de la Cultura, yo era la segunda vez que
iba, y cuando fui la primera no estaba todo acabado, así que era un poco
novedad para todas. Después de toda la tarde haciendo fotos por allí, se hizo
de noche y nos fuimos al Momo, que me apetecía que estuvieran en uno de mis
bares favoritos de Santiago. Tere tampoco había estado nunca, y les gustó mucho
a las tres. Post-Momo nos fuimos al Luis, que los lunes ponen sándwich de tapa
y había que aprovechar la coyuntura.
El martes nos fuimos a Coruña en amor y compañía porque
Santiago ya lo teníamos más que visto, al menos lo típico, y por cambiar un
poco de aires. Compras en la Plaza de Lugo, paseo y café en la calle Real,
visita a la Domus, fotos por el paseo, y Torre de Hércules, acabamos muertas.
El día no acompañaba demasiado pero lo aprovechamos al máximo. Al día siguiente
se iba Clara a las 4 y comimos con una amiga de Tere que también estudia
publicidad, despedimos a nuestra galleguiña de adopción en la estación y nos
fuimos directas al parque de Belvís, museo de arte contemporáneo y Bonaval,
paraguas en mano.
Flora se vino para mi casa el jueves por la mañana, ya que
había estado en la de Tere desde que llegó. La llevé a las Cancelas porque
quería ir de compras, ya habíamos ido con ella días antes y se había comprado
medio Zara, pero le parecía poco y tuvimos que repetir 4 días más. Desde su
aterrizaje hasta el despegue de vuelta a Francia se hizo con un abrigo, una
cazadora, una chaqueta de vestir, tres jerseys, dos pantalones, tres vestidos,
dos pares de botas y un bolsazo de Bimba&Lola que ya me gustaría a mí.
Zara, Stradivarius, Pull&Bear, Seijas y la ya citada Bimba&Lola, fueron
sus compras estrella, todo “made in Spain”. Nosotras no dábamos crédito, y yo
sólo podía preguntarme cómo iba a hacer para volver con todo lo que se había
comprado, ya que volaba con Ryanair (ya os adelanto que tuvo que pagar los 50€
de rigor…).
Por la tarde nos fuimos a Padrón a casa de mi abuela, a la
que conoció, además de a mis primas Sara y Marta. Estuvimos de paseo, haciendo
fotos y de charla en casa. El viernes mi madre hizo paella para comer, y Flora
feliz de la vida. Le hizo una foto hasta al azafrán. Ese día volvió con Tere a
su casa, después de pasar la tarde las 3 juntas tomando algo. Al día siguiente,
sábado, Flora, Tere y Ana, la hermana de Tere, bajaron al centro y quedé con
ellas, nuestra amiga taiwanesa siguió con sus compras. Esa noche yo salí con
mis amigas en Santiago, ya que era carnaval, y en casa de Tere se celebró el
fin de año chino.
Al día siguiente me despedí de Flora, ya que se iba con Tere
a Vigo para poner punto y final a su estancia en Galicia. No tengo ni idea de
cuándo nos volveremos a ver, yo por mi parte empezaré a ahorrar para ir a
Taiwan… Fueron 10 días en los que hubo de todo, con tres amigas que conocí de
Erasmus y con las que conviví apenas cuatro meses, pero que tengo muy presentes.
Si es que así se lleva un poco mejor la morriña
post-erasmus.
Os echo de menos.