lunes, 20 de febrero de 2017

El cliente siempre tiene la razón

Empecé a escribir esto en enero y se quedó en el baúl de los borradores, como otros muchos pensamientos a los que no acabo de poder darles forma, pero esta semana se ha cerrado el círculo y me apetece compartir las situaciones surrealistas que se viven trabajando en una tienda de una cadena de fast fashion.

La gente es muy pesada, en general todos somos muy pesados, (sí, todos), y no pasa nada por admitirlo. Como clientes, como pasajeros o como consumidores de cualquier servicio. Siempre queremos ser los primeros en la cola de caja, los primeros para probar, los primeros a los que nos sirvan la bebida, los primeros para elegir asiento, los primeros en entrar y los primeros en salir. Pero no queremos esperar, y mucho menos que nos hagan esperar.

Todo aquel que como yo, trabaje o haya trabajado de cara al público, sabrá a lo que me refiero, porque tratar con la gente es simple y llanamente  a g o t a d o r. Lidiar con sus problemas, con sus quejas, con sus malas caras y sus contestaciones a veces es difícil, pero es un muy buen entrenamiento para el autocontrol.

Recuerdo a uno de los instructores del curso de TCP en CAE que nos decía que tuviéramos cuidado con eso, que el lenguaje no verbal también cuenta (y vaya si lo hace) y que quizás la sonrisa con la que se empieza un embarque no es la misma que cuando se acaba, aunque el gesto sea el mismo la expresión nada tiene que ver.