domingo, 4 de noviembre de 2012

París y ellas


Una semana de vacaciones, cinco amigas, cuatro días en París y un apartamento en Montmartre; todos los ingredientes para que sea una buena mezcla, y así fue.

Cuando supimos que teníamos una semana de vacaciones entera no lo dudamos, perfecto para un viaje express. Isagata, Raquel, Clara, Tere y yo nos fuimos a la “Ciudad de la Luz” dejando atrás a la Bohemia con mucha pena en el corazón, ya que se dio de baja en el último momento.

Tere y yo llegamos allí en covoiturage, es decir, compartiendo coche. Era la primera vez que utilizábamos este método y la verdad es que nos salió muy bien. Nos recogió una pareja joven y el trayecto fue de lo más ameno. Subidas a un Audi a4 con un perro y el maletero lleno de cosas tardamos algo más de dos horas en llegar a París. Tan bien les caímos (y nos cayeron, que fue recíproco) que nos invitaron a su casa de la Bretaña y nos animaron a organizar fines de semana con ellos para conocer más sitios de Francia.

Después del viajecito y de coger un par de metros, nos reunimos con el resto en el apartamento, que venían en tren con transbordo en Le Mans.

Los cuatro días se resumen en visita al Louvre, museo Rodin, Torre Eiffel de día y por la noche, Campos Elíseos, Notre Dame, Montmartre, basílica del Sagrado Corazón, Arco del Triunfo, barrio Latino, la Sorbona, obelisco, puente de Alejandro III, palacio de justicia, asamblea nacional, crêpes de nutella, galetes, "bah ouai", "me non", paragraph, rendez-vous, metro, metro, multa en el metro y un dolor de pies de campeonato.



No hemos disfrutado de la noche parisina más que de soirée en casa, el cansancio y los pies no nos dejaron hacer demasiado. El apartamento estaba genial, tenía de todo, hasta una guitarra con la que Clara nos amenizaba las veladas. Era gracioso estar todas allí en un piso de verdad, con su respectiva cocina, salón y baño.

Me he enamorado de París, ha desbancado a Londres como mi capital europea favorita (de las que conozco de momento). Tuvimos la suerte de que Clara y Raquel ya habían estado varias veces y nos organizaron un planning estupendo, no nos perdimos nada de lo imprescindible y tener guías-amigas es todo un lujo.

No podría decir qué es lo que más me ha gustado, quizás me quedo con el momento que decidimos pasarnos la parada de metro para ver la Torre Eiffel desde éste, ya que es una línea que va por fuera y fue como verla desde el “aire”. Me ha gustado la vida que tiene la ciudad, la grandeza y el movimiento que, evidentemente, no hay en Angers.



París tiene la majestuosidad que no he visto en Londres ni en Dublín y la serenidad que no tiene Roma. Me ha impactado su arquitectura majestuosa más que la de Praga y las orillas del Sena que bañan París no envidian a las del Danubio que empapa Budapest.
Una de las cosas por la que me ha gustado tanto París ha sido por la compañía, que también influye. Nunca he contado por aquí cómo son las personas con la que comparto mi experiencia Erasmus, salvo mi inseparable Tere. Así que este es el momento de describir un poco cómo son las guapitas con las que paso la mayor parte del tiempo.

No sé si yo seré la única que hace paralelismos con la gente que ya conoce, es decir, cada una de las personas que estoy conociendo aquí, me recuerdan a amigos que ya tengo, tanto como para decir “Clara es mi Sara Pereira del Erasmus”, y Sara Pereira es una de mis amigas de Santiago de toda la vida. Después de esta breve ida de olla, empiezo por ella:

Clara, una guapa vallisoletana estudiante de Historia y Ciencias de la Música. Nunca le faltará un libro que leer ni unas partituras que estudiar. Violín en mano se ha venido a Francia con la esperanza de mejorar su inmejorable nivel de francés. Chica sobresaliente donde las haya, podría ser la discípula de Arturo Pérez Reverte en la RAE. Apodada “la diplomática” por algunos (con cariño), Clara es el ejemplo claro del buen castellano de Castilla.

Se queja de que no tiene acento, que lo tiene, y le agobian los “días perdidos” sin hacer nada. Cocinillas y trabajadora, no se cansa de viajar por el mundo.
Ella ha sido una de nuestras guías, ha estado en París muchas veces y se nota. Estando en el Louvre cansadísimas, sentadas a los pies de la Victoria de Samotracia, aún tenía ánimos para contarnos la historia de su hallazgo y el valor que tenía dicha estatua.


 Clara, mi querida agapornis

La Bohemia, mi tocaya Andrea. Sevillana sin acento, madrileña de adopción. A través de unos ojos azules hipnóticos todo se tiene que ver mucho mejor, y los de la Bohemia son como un abismo, increíbles. Una rubia que no tiene ni un pelo de tonta pero que puede quedarse divagando mirando un arbusto, de ahí el sobrenombre. Que si las flores y la fauna, ella se muere de amor.

Proyecto de periodista, le gusta la fotografía y la moda. Coleccionista de Vogues y de Vans ahora se ha hecho dueña de una gata que ha llamado “Chloé”. El móvil, su Blackberry, mejor dicho, es una prolongación de su mano. La Bohemia es mi Laura Pintos particular, es tan entrañable y achuchable que me recuerda mucho a una de mis mejores amigas. Andrea tiene una cara de muñeca que no puede con ella, pero engaña mucho la apariencia tan dócil, por dentro es todo carácter.


La Bohemia

Isagata, Isabel Gata. Extremeña, de Segura de León, para ser exactos, y muy orgullosa de su poblado, como ella lo llama. Ha vivido los últimos años en Sevilla porque es donde estudia y aunque ella lo niegue, su acento es una mezcla de extremeño y sevillano que me encanta. Toda anécdota contada por Isagata tiene mucha más gracia y esto es así.

En proceso de formación para ser periodista, adicta a las noticias y a la actualidad en general, como su futura profesión demanda. Trabajadora como la que más, le ponen de los nervios las faltas de ortografía (ya somos dos). Todo el día con la sonrisa puesta es capaz de amenizarle el día a cualquiera. Que no falten Extremoduro, la Fuga, el vino ni el queso pehtozo en una buena fiesta.


Isagata

Raquel, madrileña en último año de arquitectura. Raquel es mi Sara Cid particular, con una mezcla de Leti, dos de mis amigas santiaguesas.
Con una risa super contagiosa es la alegría de la huerta. Una wey muy guay. Trabajadora y responsable sabe ponerle el toque sensato a disparatados asuntos. Filósofa de la salud mental (y yo fiel seguidora) Raquel sabe cortar por lo sano y disfrutar de todo al máximo.

Hablando en francés se le pone una vocecilla y un acento que no sabes si estás con una francesa o una española, pero con un “puta movida” o “al loro” se sale de toda duda. Con ella no faltan las risas.


Raquel

Teresa, mi inseparable compañera desde el minuto cero. Me hace gracia cuando nos preguntan si éramos amigas de antes, porque lo que éramos era auténticas desconocidas. Cómo han cambiado las cosas.

Mi pack de la coalición gallega, es de Vigo afincada en mi ciudad, Santiago de Compostela, pero nuestro vínculo es Pontevedra. Tere es una persona tan dulce y riquiña que es imposible no cogerle cariño. Generosa, trabajadora y con un don para ponernos de acuerdo. 

Cara angelical y personalidad como la que más, no deja indiferente. Somos como una especie de matrimonio, juntas en casa, en clase, para hacer la compra, en bici, en el bus, de cena, de fiesta, de viaje, de sobremesa asiática, de compras y de Lost. Payasa y entrañable irradia buen humor por todos los poros de su piel.


Tere

Es increíble lo rápido que pasa el tiempo aquí y lo cercanas que tengo a estas cinco personajas en tan sólo un par de meses, pero son cosas que sólo te explicas de Erasmus ;)

Besos a todos aquellos que seguís mis peripecias.

3 comentarios:

  1. veo que has hecho amistades muy buenas,de esas que se mantendrán en el tiempo.Besos

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  2. Yo vi pocas capitales europeas pero como a mí me ha gustado tantísimo París, estoy muy contenta que, por el momento sea ésta la ciudad que más te guste a tí. muchos besos. La abuela

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  3. Me ha gustado mucho esta entrada y mucho más ver que vas haciendo tan buenas amigas;aunque lo más importante es conservarlas. Un beso también para ellas.

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