lunes, 12 de noviembre de 2012

Faire la cuisine ensemble


Tras el percance arácnido, Tere y yo seguimos vivas; eso sí, ahora hay un ritual para salir de casa que se debe seguir a rajatabla. Yo bajo primero las escaleras y me cercioro de que no hay nada que pueda perturbar la paz interior de mi compañera, posterior registro, sujeto la puerta y ella sale corriendo escaleras abajo como si tuviera una bomba en la retaguardia a punto de explotar, lo mismo para entrar. Todo un espectáculo digno de ver. Eso sí, está ejercitando los gemelos que da gusto. Tere es a la arañas como yo a madrugar, pánico absoluto.

Esta semana volvimos a las clases con lo que todo eso conlleva, trabajos y horas en la uni. Té con Flora, cenas con los vecinos, noches de ver Lost y alguna que otra conversación por Skype para ponerse al día con nuestra vida en España. Hacía mucho que no les veía la cara a alguna de mis amigas, como a Maroca, que ahora está de Séneca en Salamanca, a Pazos que se me ha ido a Lugo y a Eukene, que sigue en Tarragona. Tuve el placer de hablar durante un rato largo con cada una de ellas. Jaime también se pasó a saludar vía Skype, pero para ponerme al día de su nueva vida Erasmus en Lublin (Polonia). Mis primas Sara y Marta también me amenizaron alguna tarde desde Padrón, y mis padres son los fijos de casi todos los días en Compostela. En cuanto hay un atisbo de morriña es genial poder conectarse y hablar durante un rato :)


 Yusuke, Flora, Tere y yo 

Volviendo a nuestra semana, el jueves hicimos una cena todas juntas en casa de las queridas (Isagata and co), que estuvo muy bien, con sus fajitas y sus quesos reglamentarios, pero no llegamos a salir porque a las dos cerró todo en la Bressigny (la calle de los “pubs”) así que nos fuimos a casa tempranito. El viernes y el sábado sí que hubo soirée, por lo que el domingo teníamos acumulado el cansancio de todos los días y no teníamos ninguna intención de hacer nada que supusiera demasiado esfuerzo.

Aquí lo de no hacer nada no se lleva, por lo que nuestro plan de descanso y honguear hasta echar raíces, se vio truncado. Nos habíamos comprometido con nuestra querida vecina taiwanesa Flora para cenar juntas y no nos acordábamos (o no queríamos recordarlo). La cena en cuestión, iba a ser sobre las 6, así que nos torcían todos los posibles planes, pero con este horario es lo que hay. Decidió quedar temprano porque ella quería preparar raviolis (una comida taiwanesa que nada tiene que ver con los italianos), que requiere bastante tiempo de preparación; además venían también Olga, una chica mexicana, Sun Hee, el chico coreano del que ya he hablado por aquí, y Yusuke, el chico japonés que también vive con nuestra familia.

Cada uno haría una comida típica de su país. A Tere y a mí se nos ocurrió la magnífica idea de decirle a Flora que íbamos a hacer croquetas, en un momento de álgida motivación, además se las vendimos mucho y muy bien. Partiendo de la base de que ninguna de las dos sabíamos como se hacían (a pesar de ver a nuestras madres hacerlas un sinfín de veces), recurrimos a nuestra amiga chef, es decir, a Clara, que se ofreció a ayudarnos y nos salvó de quedar mal en la cena internacional.

Pero volviendo al tema, estábamos Tere y yo vagueando, post-comida de domingo, en pijama todavía y con las gafas puestas, cuando Flora llamó a nuestra puerta para decirnos que al acabar con nuestro quehaceres podíamos ir a ver cómo hacía los raviolis. Inocentes de nosotras, un día lejano, le dijimos que queríamos aprender, lo que no sabíamos era lo que nos esperaba en realidad.

Empiezo por lo fundamental, los raviolis son como empanadillas de toda la vida de dios con un relleno dentro, la masa es la misma y se hace igual que la que conocemos en España. El relleno en cuestión es carne picada con zanahoria rayada, champiñones picados, cebolla y salsa de soja.

Yo me iba comiendo el postre cuando entré al estudio de Flora, que se vio interrumpido porque nos sentó a cada una en una silla y nos puso a amasar, cortar cebollas, rayar zanahorias, triturar champiñones… y como aquí no disponemos de artilugios de cocina de nivel como en nuestra casa, a golpe de cuchillo tuvimos que cortar los mil y un ingredientes.

Empezamos amasando, ella nos lo vendía como algo divertido, y Tere y yo amasa que te amasa hasta que tuvimos los deditos atrofiados. A mí me venía mi madre a la mente haciendo empanadillas (de las de verdad), cuando me sentaba en la cocina y me daba un trozo de masa que yo amasaba con el rodillo de la plastilina, lo hacía para entretenerme y que estuviera callada un poco, pues esto era lo mismo, Flora a lo madre y Tere y yo como sus pequeñas, afanadas en dejar la masa homogénea y esponjosa.


 Flora y la masa

Cuando no podíamos más del dolor de manos y brazos, nos cambió de tarea. Cortar, cortar, cortar… A mí me lloraban los ojos de cortar tanta cebolla y a Tere se le resentían las manos de rayar tantas zanahorias. Flora nos había embaucado en un trabajo de chinos sin comerlo ni beberlo. La gracia es que teníamos todo sin recoger en nuestro estudio y las croquetas por hacer. Cuando llegó Clara nos pilló en plena faena haciendo raviolis como en una cadena de montaje. Tere amasaba y cortaba la masa y yo los rellenaba, mientras Flora se encargaba de hacer más y más masa. Sobra decir que Clara fue la tercera víctima de los raviolis y allí se quedó encadenada a la mesa con nosotras.

Proceso 






Lo mejor fue la afirmación de nuestra vecina “when I made ravioli I want to kill myself” que viene a decir que cuando hace raviolis, se quiere morir porque es un auténtico coñazo, lo que nosotras desconocíamos hasta ese momento. Vaya panorama, las tres en el estudio de Flora, que es diminuto y lleno de cosas hasta los topes, cortando y amasando sin descanso. Flora vive como si padeciese el conocido síndrome de Diógenes, ella nos dice que es porque se siente bien entre tantas cosas. Pero en su estudio puedes encontrarte de todo, un montón de botes de especias y al lado un champú, bolsitas de té y millones de libros por todos lados.

En fin, nunca hicimos nada tan elaborado como eso desde que llegamos, pero he de decir que estaban buenísimos, no se fríen como las empanadillas normales, sino que se le echa agua al aceite y hay que esperar a que se evapore para que luego se frían. Pero el esfuerzo tuvo tu recompensa y la cena estuvo muy bien. Nuestras croquetas estaban cojonudas gracias a la maña de Clara y al jamón que le trajo su hermana, a nuestros invitados también les gustaron, y a nosotras todas las comidas que probamos también. Huevos rancheros mexicanos, una pasta japonesa y los raviolis taiwaneses. Té de postre y galletas del Mont Saint-Michel.


Resultado final

Tenemos tantas fotos cenando en la mesa que ya me hace gracia cuando Flora saca su cámara para inmortalizar el momento. 


Sun Hee, Clara, yo, Tere, Olga, Yusuke y Flora

Después de la cena se fueron nuestros invitados y Clara se quedó conmigo y con Tere, nos dieron las mil y se quedó a dormir aquí. Ataviada con uno de mis pijamas y obsequiada con un cepillo de dientes que le dio Tere, ya es nuestra compañera de piso de adopción oficial. Metidas las tres en la misma cama nos dio como el subidón tonto que le da a los niños pequeños cuando beben Coca-Cola, y no podíamos parar de reírnos.

Ha sido un finde culinario de lo más entretenido, esta semana empieza con miles de trabajos y cosas que hacer, pero poco a poco y tiempo al tiempo!

Besos



3 comentarios:

  1. Desde luego esos raviolis tienen una pinta impresionante. Te toca una degustación cuando vuelvas.Bss

    ResponderEliminar
  2. Que gracia, no sé si estudias tanto como cocinas pero si es así sacarás doble provecho, jajajaja. Cuando regreses te daré el testigo de la cocina y pones en práctica todo lo que vas aprendiendo.
    Tiene delito lo de las croquetas...!!! espero que hayas aprendido a hacerlas. Los raviolis/empanadillas tienen muy buena pinta pero la presentación regulín, regulín. Sigue practicando. Besos

    ResponderEliminar
  3. Me lo,pasopipamcuando leo lo que escribes,que conste que estoy de acuerdo con tu madre en los comentarios.
    Reflejas estupendamente como el tere y me da la impresión que sois bastante parecidas.
    Estoy muy contenta de que estéis juntas.Un besazo sigue escribiendo Belen

    ResponderEliminar