domingo, 27 de enero de 2013

Básicamente


En el armario de toda mujer hay un pantalón negro, unos vaqueros, una camiseta blanca y el vestido de salir por la noche que no importa repetir. Unas botas altas y unos tacones que duele sólo de verlos, pero son tan bonitos que fue imposible resistirse. Un bolso bueno, heredado y de piel, la bufanda que va con todo y la cazadora vaquera tan socorrida, que abriga tanto como la de cuero negra que queda tan bien con ese jersey que hizo tu madre hace años, y ahora rescataste del baúl de los recuerdos.

No hablemos de los pendientes que fueron de alguna tía abuela y que ahora te pertenecen, que quizás tienen tanto valor económico como sentimental (o no), y que pocas veces salen a relucir, por miedo a perder uno y dejar al otro desamparado. Como esos calcetines solteros que viven en el cajón esperando otra oportunidad. Al igual que el vestido de fin de año que te pusiste una noche.

Otra cosa que no falla, pero que no suele encontrarse en nuestros armarios, es el lápiz de ojos negro que va de bolso en bolso, de neceser en neceser y que se acaba perdiendo con tantos viajes. Perdida como cuando llegas a casa después de salir toda la noche y te miras en el espejo. Esa cara demacrada que te devuelve la mirada eres tú pidiendo a gritos una toallita desmaquilladora que borre el rastro de rímel que tienes a modo de ojeras de mapache.

Por la mañana amaneces con la pesadez de los excesos por todo el cuerpo y la almohada llena de manchas negras, restos del maquillaje que horas antes te hacían verte bien, y ahora son sólo pegotes desafortunados. Desde la cama y en medio de las sombras por la persiana mal cerrada, llegas a vislumbrar el bolso abierto encima de la mesa, los zapatos tirados en medio de la habitación con los que tropezarás nada más levantarte, y la ropa encima de la silla. Todo aparentemente en orden.

No sabes a qué darle prioridad, al dolor de cabeza, al de pies o al malestar de estómago, que seguramente remita con el primer bocado una vez sentada en la mesa. Lo del pelo no tiene remedio, ducha de media hora bajo agua hirviendo, un poco de crema hidratante para la cara, que parece que recupera su color y una siesta revitalizante antes de volver a ser persona.

Digamos que son los básicos.


1 comentario: