Hoy me apetece contar que he empezado este
miércoles como voluntaria en la Cruz Roja. Estoy participando en un proyecto
que empieza este mes, y estoy muy contenta. Se trata de hacer videocurrículums para
todo aquel que quiera buscar trabajo con esta herramienta. Supongo que sabéis
de qué se trata, pero por si acaso, dejo una breve definición que he
encontrado:
“Un videocurrículum
es una breve presentación audiovisual, de aproximadamente dos o tres minutos,
en la que el propio candidato que busca empleo presenta su perfil profesional y
da a conocer sus principales argumentos para ser contratado. Complementa al currículum
escrito y permite a la empresa hacerse una idea rápida de las habilidades de
los candidatos previamente preseleccionados.”
Hay algunos circulando
por internet que tuvieron mucho éxito, pero el abanico de posibilidades es muy
amplio. Va desde el típico de plano fijo con el protagonista sentado y
hablándole directamente a la cámara, hasta auténticas obras de arte
creativamente hablando.
Estuve la mañana del
miércoles reunida con 3 chicas muy majas, y en una sala de juntas estuvimos
organizando un poco cómo iban a ser los pasos a seguir hasta llegar a la
realización del videocurrículum. La gente que va a participar es muy variada,
al igual que las edades, no hay un intervalo acotado, ni la formación de cada
uno, ni la situación, ni nada. Después de un brainstorming llegamos a la
conclusión que antes de pensar en la creatividad, se debe tener claro qué es lo
que se quiere transmitir a través del videocurrículum, y cómo.
A veces el cómo se
ve cada uno y cómo te ve el resto difiere bastante, por lo que antes de nada
hay que tener claro esto. Pensar en algo con lo que posicionarte, o
diferenciarte. Hoy en día la saturación en el mercado laboral es muy alta, por
lo que hace falta ese nosequé que
consiga captar la atención del receptor. Todo importa: tu familia, tus gustos y
aficiones, tu formación, tu experiencia laboral, tus logros, tus aspiraciones…
y también las decepciones, las pérdidas y los fracasos. Algo que sale mal puede
llevarnos indirectamente a una oportunidad; no hay que pasar esto por alto.
Como las personas
que participarán en el proyecto son muy diferentes entre sí, y queremos que
toda esa información quede recogida por escrito, pensamos en proponerle hacer
esto a modo de cuento; con la misma estructura, en la que el inicio será la
presentación de cada uno, el nudo/problema la situación actual, y el desenlace
el futuro o meta a conseguir. De modo que cada uno pueda expresarse como quiera
y con total libertad. Todos los cuentos que recojamos serán analizados
posteriormente en común y a partir de la información extraída se pensará en una
idea única para cada uno.
Yo nunca me había
parado a pensar en todo esto, y la verdad es que ahora que tengo el futuro tan
incierto, no descarto la posibilidad de hacer yo también un videocurrículum,
por lo que tengo que escribir la historia de mi vida, para sacar ese atributo
que me diferenciará del resto. Os invito a todos a hacer este tipo de reflexión,
nunca está de más pensar en quién eres, por qué eres así, qué quieres, qué te
interesa, qué te preocupa y qué quieres llegar a ser. Cómo te ves tú y cómo te
ven los demás, tu familia, tus amigos, tus profesores… Es decir, el
autoconocimiento. A veces es muy difícil describirse a uno mismo, yo lo voy a
intentar para sacar mis propias conclusiones; se aceptan críticas.
El cuento de mi vida
empieza el jueves 30 de mayo de 1991 en Santiago de Compostela.
Me llamo Andrea
porque mis padrinos eligieron mi nombre, ellos son los mejores amigos de mis
padres de toda la vida, y aunque a mi madre no le convenciese (ella quería
llamarme Laura o Marina) a día de hoy me llamo Andrea. Este dato igual no es
relevante, pero que mis padres le otorgasen el privilegio de elegir el nombre
de su hija a sus mejores amigos, dice mucho de los valores que ellos me
transmiten: los amigos son la familia que tú eliges, cuídalos.
Soy hija única. Mi
padre tiene 6 hermanos y mi madre 3, tengo una familia multitudinaria, pero en
mi casa sólo somos 3. A pesar de eso no me considero la típica hija única
caprichosa y consentida, porque mis padres son personas trabajadoras que
supieron enseñarme el valor de las cosas, el esfuerzo y el sacrificio para
conseguirlas.
Tengo 21 años, he
vivido 18 en Santiago, 2 en Pontevedra, 1 en Tarragona y 4 meses en Francia.
Estudié el bachillerato de ciencias sociales porque se me dan fatal los
números, estoy tan acostumbrada a usar la calculadora que se me ha olvidado
cómo se divide, y no hablemos ya de las raíces cuadradas. El orden en una serie
lo marcan los números, estamos rodeados de ellos, números de teléfonos, los del
dni, el del localizador del billete de avión, el código pin, el de la tarjeta
de crédito, números, números y más números… y como soy tan negada con ellos,
esto trasladado a mi vida se traduce en el absoluto desorden: soy una persona
extremadamente desordenada con mis cosas, pero a la vez muy organizada a la
hora de planear mi vida.
Me agobia la falta
de tiempo, y trabajo mejor bajo la presión del último minuto. No es que sea
vaga, pero me da pereza empezar las cosas, una vez que estoy metida en el
asunto no hay quien me saque. No puedo con las injusticias, me molesta que me
interrumpan, pero soy consciente de que yo también lo hago. Me gusta dormir,
pero prefiero la sensación de haber aprovechado la mañana por haber madrugado.
Puedo parecer una persona fría, pero yo no me lo considero, igual la primera
impresión es de una persona distante y borde, soy reservada en un primer
momento. No le doy el privilegio de conocerme a todo el mundo, y si no tengo
interés en alguien, se nota.
Me gusta la
publicidad, la creatividad, el diseño gráfico, la moda, el cine, la lectura,
viajar, el chocolate, la música y que me quieran mucho. Creo que soy cariñosa
con la gente que me importa, o al menos eso intento. No me gusta estar de
brazos cruzados ni la ausencia de planes en un futuro a corto plazo. Me
considero trabajadora y responsable, aunque soy un poco desastre para algunas
cosas. Creo que soy una persona sociable y tolerante. Me gusta estar rodeada de
gente pero también necesito ese momento de encerramiento en mis propios
pensamientos, aunque me aterra enormemente la soledad.
Soy muy impaciente,
demasiado. Lo quiero todo ya y ahora, en todos los sentidos. Odio cocinar, y
creo que es por la falta de paciencia, las comidas elaboradas requieren su
tiempo. Me flojea la fuerza de voluntad y me muerdo las uñas desde que tengo
memoria, aunque va por épocas. Soy positiva y me gusta tomarme las cosas con
filosofía, pero por las mañanas no hay quien me aguante, tengo carácter y no
tengo problema en sacarlo. No me gusta que no me tomen en serio.
Me gusta trabajar en
grupo, lo veo mucho más satisfactorio y eficaz que el trabajo individual
(normalmente). Soy un poco mandona en este sentido. Yo me consideraba
perfeccionista hasta que muchas de las opiniones hacia mí en ese sentido fueron
de “trapalleira”. Soy quejica y puntillosa, odio las faltas de ortografía y la
impuntualidad. Cotilla, o mejor dicho, curiosa. Me aterran las agujas y me
mareo si veo sangre, si es mía todavía peor que si es de alguien ajeno.
Me gustaría trabajar
en una agencia de publicidad, y ya por seguir soñando, en el departamento
creativo. Pero no soy reacia a ningún otro trabajo o profesión, si tienen algo
que ver con comunicación, y sino pues todo es pensárselo. El mundo empresarial
tampoco me disgusta, y hasta 2º de bachillerato siempre quise estudiar derecho.
Hoy por hoy no me arrepiento de haber cambiado de opinión en el último momento.
No llevo las
críticas demasiado bien, pero lo intento. Puedo ser muy borde y contestar muy
mal, aunque me arrepiento al segundo, pero soy impulsiva y a veces no me
controlo como debiera. Creo que soy empática, pero a la vez un poco egoísta
para algunas cosas. Para ciertos asuntos hay que decirme las cosas 20 veces,
puedo llegar a ser muy pesada, soy consciente, pero también muy despegada.
Siempre he sido muy
independiente, o eso creo yo, desde que era enana. No soy una niña de papá y
mamá en ese sentido, pero cuando paso temporadas fuera soy la primera en echar
de menos mi casa. Me encanta Galicia, me considero mucho más gallega que
española, y muy orgullosa de tener una cultura propia y diferenciada del resto.
Huyo un poco de los
problemas, no por cobardía, pero no me gusta el mal rollo, ni enfadarme, ni
estar enfadado con alguien que me importa, perdono siempre, pero no olvido, yo
no lo llamo rencor, pero quizás sí. Odio sentir envidia, creo que es de los
peores sentimientos que se pueden experimentar. Me gusta la playa, el mar y el
sol, que te carga las pilas a tope. Pero no me disgusta la lluvia, siempre que
esté a cubierto. No podría vivir demasiado lejos del mar.
Escapo de la
rutina y de la monotonía, soy inquieta y poco casera. Me gusta el estilo de vida
español pero no descarto irme a trabajar a otro país por una temporada. Las
nuevas experiencias siempre son bienvenidas. Tengo miedo de cosas absurdas y no tan absurdas. Siento que muchas cosas me vienen grandes, pero si no se intenta nunca se puede saber si van a ir bien. No me gusta que me metan prisa ni que me presionen, pero a veces es la única manera de que espabile.
No me gusta que me vean llorar, pero se me escapan más lágrimas de las que me gustaría, soy una blandita de la vida para cosas tontas, pero luego, cuando la tristeza es lo único que tengo dentro, ni una lágrima. Tampoco acierto mucho con las palabras alentadoras, pero me gusta decir las cosas como son, y si las digo, es porque las pienso.
No soy supersticiosa, sí que creo un poco en el destino y en las casualidades, pero no en la suerte, cada uno tiene que buscarse la suya. No sé muy bien cómo ponerle un final a esto, pero creo que es hora de que saque mis propias conclusiones.