Hace ya que entramos en el otoño, y en Angers se
nota. La lluvia y la humedad son los protagonista de nuestros días. Tere y yo
le hemos dicho “hasta luego” a la bici y estamos abonadas al bus, porque cuando
llueve a cántaros y hay que ir a clase a las 8, lo que menos apetece es llegar
caladas hasta los huesos.
Nuestra línea de autobús es la número 2 y tiene
una afluencia de pasajeros considerable. Siempre que nos subimos está llenísimo
de gente: trabajadores agobiados mirando el reloj que llegan tarde por el
atasco, estudiantes con pocas ganas de llegar a clase, ancianos con aspecto de
cansados, señoras agobiadas que no pueden con todas las bolsas y los típicos
viejitos que se empeñan por sentirse jóvenes quedándose de pie en el autobús,
haciendo equilibrios por salvarse de una caída segura agarrados a las barras
como si les fuera la vida en ello.
Seguimos hablando del autobús, o más bien del
transporte público en general. ¿Quién no se ha colado nunca en el metro,
autobús o tren en otro país? Una españolada muy típica. La respuesta a esta
pregunta si eres estudiante o joven sin pasta, es un sí como una casa. Si te
pillan te haces el guiri y como decimos los gallegos, malo será. Te ahorras un
par de euros y comes en el McDonald’s dos hamburguesas. Como la vida misma.
Tere y yo, con nuestra mentalidad española y
bolsillo de estudiante Erasmus, veíamos muy fácil eso de colarnos en el bus y
ahorrarnos el billete, o comprar uno y viajar gratis hasta que te pillen, y si
lo hacen, validarlo al momento y problema resuelto. Pues no, aquí eso no se
puede hacer. Esta semana hemos visto a 3 revisores y hemos enseñado nuestra correspondiente
tarjeta 3 veces. El autobús se para, suben 3 señores in total black (que
imponen), uno se va al fondo, otro se queda en el medio y otro en el principio.
No sale nadie del vehículo hasta que se haya asegurado de que no te has colado.
En el mes escaso que llevamos aquí esto nos ha pasado 4 veces, y 3 comprendidas
entre el sábado y el miércoles.
Descartada entonces la heroica hazaña de colarse
en el transporte público en Angers. ¡Con lo que bien que sienta ese sentimiento
de triunfo y la adrenalina del trayecto! Mis padres se escandalizarán al leer
esto, pero no fui capaz de convencerlos de colarnos en el metro de ningún
sitio. Y eso que les insistí de lo fácil del asunto y de que en Barcelona te
compras un billete y pasan dos, o de que mi amiga Sara y yo en Roma viajamos
gratis en tren y en autobús como Perico por su casa. Nos volveremos a comprar
la tarjeta mensual del bus, que no quiero tener problemas con la gendarmerie,
me ha llegado con el asunto del móvil que me ha amenizado gratamente (nótese la
ironía) esta semana (los que me conocéis sabréis de que hablo).
Volviendo al otoño de nuevo, la ciudad está
preciosa estos días, no es que sea yo muy fan del otoño ni del mal tiempo, pero
los paisajes que deja a su paso me encantan. Angers está atravesada por un río,
y es por eso que me recuerda un poco a Pontevedra, aunque los puentes de la
capital de la provincia gallega son más bonitos, todo sea dicho. No es que sea
yo una experta en la materia, pero la arquitectura francesa tiene unas
características especiales que hacen que todo el ambiente parezca un poco como
el mundo de Harry Potter, sacado directamente de la imaginación de J.K.
Rowling. Como una imagen vale más que mil palabras, ahí os van unas cuantas.
El otro día mis padres me preguntaron si había
vuelto Flora de su viaje, sí, volvió. Tere y yo le hicimos un cartelito que le
pegamos en su puerta dándole la bienvenida. Sobra decir que lo primero que hizo
fue sacar su cámara Nikon y hacerle una foto, después la subió al Facebook y
nos etiquetó toda mona. Nos trajo de regalo a cada una, sobres de té inglés de
Londres, y nos estuvo contando su experiencia en Islandia, nos dejó los dientes
largos…
Suplimos la ausencia de Flora trasladando la tele
del estudio pequeño al grande, ahora ya tenemos de todo. Ver los Simpsons
mientras cenamos no nos los esperábamos al llegar a las francias.
La vuelta de Flora la celebramos cenando juntas
en nuestro estudio, nos hizo una sopa taiwanesa cojonuda y probó por primera
vez el jamón serrano. Cuando ya nos habíamos despedido, Tere vio una araña
asquerosa y gigante en el baño, después del grito de auxilio y de cerciorarme
de la gravedad del asunto, acudimos a nuestra vecina, que vino rauda y veloz a
socorrernos. Mató a la susodicha con ambientador de citron, cuando acabó de
rociar todo el baño, el estudio parecía el preludio de una muerte en una cámara
de gas. Tengo que añadir que se ha comprado el iPhone 5, es la primera vez que
lo veo en persona, y me quedé flipando cuando lo sacó del bolso en el autobús.
Creo que nunca os he contado nada de nuestro
tercer compañero de piso. Es ruidoso como él solo, da el coñazo todo el día,
sólo nos concede minutos de paz intermitentes que agradecemos sobre todo por la
noche, ahora ya nos hemos acostumbrados y su ruido constante es como una
musiquilla melodiosa. Os hablo de la nevera. El electrodoméstico imprescindible
por excelencia, con el que tenemos que dormir, ya que se encuentra en la misma
estancia, hace un ruido que una vez pasada una hora ya ni escuchas, pero cuando
llega el momento de irse a la cama se te mete en la cabeza y no te deja oír ni
tus propios pensamientos.
Después de casi un mes aquí (el 14 de octubre
haremos el mes) y de la llegada de las cajas, tenemos esto como nuestra casa,
mucho más acogedor que cuando llegamos. Os enseño algunas fotos de mi habitación y de mis cosas.
Con esto me despido, espero haber saciado vuestras ganas de seguir leyéndome y que os haya gustado. Pronto escribiré con novedades, que mañana llega el novio de Tere de visita y se queda diez días, por lo que haremos tour turístico por la ciudad. Besos
Veo que sigues haciendo patria y lo de intentar colarte en el transporte público es una fijación jajaja, no es que nosotros no queramos colarnos, ¡no, no! que va!!, si tuviera la mitad de años de los que tengo ¡no lo dudes! porque eso es muy de aquí jajaja, lo que pasa es que ya nos pilla muy lejos esa etapa de "echarle morro y palante"; te lo hemos dicho cuando pretendías que nos colásemos en el metro en Prags (¿o era en el de Budapest?, da igual, cada cosa tiene su edad y nosotros ya estamos mayorcitos para "aventuras" y gilipolleces de dar explicaciones en plan "es el peter pan que llevo dentro", los padres también fuimos jóvenes ¡si no pregúntale al tuyo, que tiene algún que otro record!!!!.
ResponderEliminarLa habitación ha quedado más bonita y acogedora de lo que se veía al principio, el osito y la bandera le dan un toque "andrea".
No conozco a Flora pero me cae bien; jo que bien se lo pasa y lo del iphone 5 una pasada ¡no hay como tener "posibles"!...ya me dirás qué hace la máquina esa (como diría tu padre) para ser tan cara.
Por aquí somos unos cuantos los que te seguimos en el blog; Malena me dice que está intentando escribirte algún comentario pero todavía no lo ha conseguido, y que lo seguirá intentando hasta que aprenda.
bss
ResponderEliminarla de bss era yo,tu tía Malena.
ResponderEliminarDesde luego que tu estudio tiene un aire más casero,y no digamos la despensa.Si te leyera el dueño de Mercadona,seguro que te daba una buena comisión.
ResponderEliminarPor lo que dices hace un frio que pela,aparte de bicis ¿hay puestos de castañas?
De momento no hemos visto puestos de castañas, pero ya van apeteciendo :))
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