Hace más de dos semanas, el 14 de septiembre para ser exactos, llegué a Angers. ¡Qué lejano lo veo ahora y qué fácil resulta decirlo! Después de hacer Santiago-Vigo en tren, Vigo-Oporto en bus, Oporto-Tours en avión, Tours-Angers en tren y estación de tren-casa en coche, llegamos a nuestra nueva casa. Salir de España, hacer tránsito en Portugal y acabar en Francia. Menos mal que vinimos Tere y yo juntas, porque fue un día largo, cansado y lleno de sensaciones. Entre tristeza por lo que dejamos atrás, nervios por lo que vendría y alegría por empezar una experiencia única.
Además de Tere, mi otra compañera de viaje es mi inseparable maleta. Diez kilos de equipaje de mano con los que sobrevivir hasta que llegasen nuestras cajas días después. En la maleta de cabina no iba más que lo imprescindible: cámara, portátil, diccionario de francés, gafas y ropa para menos de una semana. Llegaron las cajas en las que venía el resto de equipaje, con puntualidad británica y la alegría fue mayúscula. Parece estúpido, pero fue a partir de entonces cuando empezamos a sentirnos como en casa de verdad.
Nuestras cosas para un cuatrimestre en una maleta y dos cajas de 20 kilos. Yo el año pasado volví de Tarragona con la misma maleta pero con seis cajas, también de 20 kilos. Algo no cuadraba en mis cuentas, por lo que era más que evidente que al llegar aquí iba a echar de menos algunas cosas, y así fue.
Todo empezó con "ojalá tuviera una almohada" (en este país duermen con cojines, y los llaman almohadas, qué graciosos estos franceses...), en ese momento nos conformábamos con una cualquiera; pero al ver los precios y lo poco apetecibles que eran las que podíamos permitirnos, la cosa cambió. Nos fuimos hasta el Atoll, un centro comercial gigante que parece un aeropuerto, nos volvimos sin almohada.
"Ojalá tuviera aquí mi almohada" tan cómoda y con ese olor a las sábanas de mi casa. En ningún momento se me pasó por la cabeza enviarme la almohada en las cajas, ni la almohada, ni las katiuskas, ni una mochila, ni un paraguas, ni mis botas negras, ni gorros... en fin, que cuando nos asentamos y fuimos conscientes del frío que íbamos a pasar, me di cuenta de que echaba de menos demasiadas cosas. ¿Cuál fue el resultado? Tere y yo hicimos un nuevo pedido en sinmaletas.com, una caja para cada una.
Las primeras cajas eran mayoritariamente de ropa, calzado y cosas estrictamente necesarias. Las segundas llegaron anteayer. Todo el contenido era un encargo que les pedí a mis padres, previa lista interminable vía email. La primera lista que hice eran cinco cosas contadas, pero ya que mandaba una caja, que cundiera, y empecé a añadir cosas y cosas. Por pedir que no quede, y así fue como acabé con una enumeración infinita de lo más variopinta; botas, almohada, collares, té de canela de mi querido Mercadona...
Días antes de la llegada del pedido, sólo decíamos "qué ganas de que llegue la caja y dormir con nuestra almohada". El día de, salimos de clase y cogimos el bus para llegar antes, asomamos la cabeza en el garaje donde habían dejado la vez anterior las otras, y allí estaban esperándonos nuestras cajas. Tan grandes y pesadas como las anteriores. Pero llenas de sorpresas.
Yo sé que soy una exagerada y los que me conocéis también lo sabéis, pero en serio, ¡qué felicidad! Subimos las cajas dejándonos la espalda hasta contentas por llegar arriba y abrirlas. Era una sensación como de Navidad adelantada. Cada una en su estudio con las puertas abiertas, sacando cosas y gritando a cada descubrimiento. Yendo a buscar a la otra para enseñar lo que nos habían mandado. Nos daba la risa viendo la situación, parecíamos exiliadas emocionadas por recibir cosas de nuestra vida pasada. "Mira, este es el abrigo que te dije", "esta es la mochila que te conté", para acabar afirmando las dos "tenemos comida para todo el año".
Nuestros respectivos padres nos han mandado de todo. Cuando digo de todo, es de todo. Desde que llegué aquí llevo buscando en el supermercado salsa de Yogur para ensalada, pues no existe, o de kebab o a las finas hierbas, o nada. Qué gracia me hizo ver una dentro de mi equipaje, además de un bizcocho de mi madre, un bote de Cola-Cao, pastas Gallo, tres cajas de té, entre otros. La de Tere también venía cargada, embutido, chocolate, golosinas y sopas para exportar. Prueba gráfica de ello:
Al final acabaremos volviendo rodando a España en vez de en avión, o comprando dos asientos en Ryanair. Pero es genial abrir la despensa y ver todo lo que hay, tan genial que estuvimos un buen rato las dos admirando la abundancia en la que vivimos ahora. Además de la comida, ya tengo la habitación decorada más a mi gusto, mis padres me enviaron la bandera de mi querida Galicia, que me la había olvidado. Entre eso y unos recortes de la revista Elle, mi estudio va teniendo otro aspecto.
Después de recibir la esencia de nuestra tierra y nuestra casa, ayer cuando estábamos haciendo la cena (a eso de las 8 de la tarde...) pusimos la tele y voilà! Los Simpson!! O mejor dicho, "Les Simpson" que están afrancesados. ¡Qué cara se nos quedó a las dos cuando escuchamos la música del principio! No dábamos crédito, fue casi igual que estar cenando en Spain.
Los padres de Tere le enviaron un paquete de gallegas "Flora" (aquí esa marca se llama Fruit d'Or) para nuestra vecina taiwanesa de idéntico nombre, que seguro que le hace muchísima gracia. Que por cierto, el viernes pasado se fue de viaje y no tenemos ni idea de cuando vuelve. Algo que nos encantaría saber porque lo que se dejó aquí encendido fue su despertador, que todas las noches a las 22:10 nos ameniza hasta la 1 sonando sin parar, como avisando de un inminente ataque nuclear. Salvo por ese detalle, todo bien. Subo aquí una foto para que le pongáis cara, es de una tarde que estuvimos en su estudio tomando té y galletas.
Con respecto a la uni y las clases, seguimos teniendo un poco de lío con el horario, pero ya está más o menos encaminado. Tengo dos asignaturas que me tienen muy buena pinta, y me apetece empezar los trabajos que nos han mandado porque son de creatividad. Llevo desde junio sin hacer nada, como quien dice, y ya me va haciendo falta ejercitar el cerebro; que debe estar todavía de vacaciones porque mi nivel de francés no mejora demasiado rápido. En la caja me han mandado mis libros, los de bachillerato no, los de ESO, así que me pondré seriamente a ello a ver si espabilo. De todas formas, y sobre todo para que mi abuela se quede tranquila, no tengo ningún tipo de problema para hacerme entender, ni para atender en las clases. Aprovecho que sé que me lee, para decirle que se mejore, que sólo hace falta tiempo y fuerza para que todo vaya mejor.
Cambiando de tema, esta noche hay fiesta y mañana por la mañana vamos a ver el mercado que se hace en Angers todos los sábados en el Jardin du Mail, Tere y yo comeremos con unas amigas en su piso y por la noche fiesta de nuevo. El domingo aprovecharemos para seguir conociendo nuestra ciudad, que aún nos quedan cosas por ver, si no llueve iremos en bici, que yo por lo menos me estoy aficionando de verdad, además así voy acostumbrándome para sacarme el carnet de moto al volver a Santiago (mis padres siguen pensando que lo digo de coña). Esta es la bici de Tere, la mía es azul y sin cesta (le hice la foto a la suya que me parece más mona). Son las bicis de la "Ville de Angers", las hay verdes, moradas, naranjas y azules. Son una auténtica plaga porque todo el mundo se mueve con este "vehículo" y a veces es difícil recordar cuál es la tuya o dónde la dejaste aparcada.
Y esto ha sido todo! Seguiré informando de las novedades angevinas :)
Y esto ha sido todo! Seguiré informando de las novedades angevinas :)
Bisous!
Me encanta la bicicleta!!
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