Nada más ver esa página de Facebook le di a “me gusta”
asintiendo como la que más. ¡¡Cómo echo de menos Mercadona!! El año pasado en
Tarragona lo tenía al lado de la resi y mis amigos y yo éramos clientes vip.
Eukene y Laura, dos amigas vascas, me dijeron que en el País Vasco no hay
(Eroski tiene el “monopolio” del sector) y yo no sabía cuánto se podía llegar a
echar de menos. Qué cosas, echar de menos un supermercado. En Santiago también lo tengo cerca de casa y ahora
que estoy aquí, en las Francias, he tenido que buscar un sustituto.
Como supongo que la mayoría sabéis, Carrefour es francés, y
es muy barato para ser aquí, pero el grande nos queda lejos de casa y hay que
ir en bus, por lo que venir cargando con todo es una odisea. Tere y yo tenemos
la suerte de vivir al lado de un Super U. Un supermercado enorme y baratísimo.
Nuestro Hacendado francés se llama Bien Vu! La marca blanca del Super U es la
marca U, y después, más blanca que la blanca, la nuestra, la Bien Vu!.
A pesar de ser una marca de supermercado, el packaging me
encanta, es super colorido y sencillo, los que me conocéis sabéis mi afición
friki a los envases y estas cosas que le gustan a los publicistas. Nuestra
nevera (y la despensa) está llena de cosas Bien Vu!. El año pasado estando de
Séneca en Tarragona, engordé unos cuantos kilos que dejaron mi cara como un
auténtico pan. Mis amigas que estuvieron de Erasmus el año pasado también me
dijeron que habían engordado, y yo me vine para aquí con la idea de comer bien,
sano y adelgazar un poco por lo menos. Tras los vaciles de mis queridos padres,
por ahora creo que lo estoy consiguiendo, porque Tere y yo nos hacemos manjares
dignos de aparecer en la carta del Bulli.
Cuando podemos comemos en el restaurante universitario, que
la comida está buenísima y aprovechamos para comer carne y pescado, auténticos
lujos que ni con Bien Vu! nos solemos permitir en Francia. Ir a la compra es
algo que estando en Santiago odio, porque es una especie de ritual metódico y
rutinario. Cada sábado a eso de las 12 se coge el coche para ir de peregrinaje
por todo supermercado que existe. El que pringa siempre es mi padre, que va con
mi madre como si se dirigiera a una cámara de gas. Yo duermo hasta las mil y
llego a tiempo para recoger y colocar todo. En cambio aquí hasta me gusta tener
que ir a comprar y pensar lo que nos vamos a hacer de comer (me arrepentiré de
haber dicho esto cuando vuelva a mi casa).
Aquí el horario de comidas es el típico y odioso europeo. A
golpe de mediodía hacemos cola para comer en el comedor los Erasmus juntos, si
tengo clase por la tarde comemos Tere y yo en casa a hora española. La cosa se
complica en la cena, que a las 8 tenemos un hambre… comiendo a las 12:30
normal! Los días se hacen larguísimos con este horario, que para mí es bueno y
malo, cenando a las 8 a la 1 ya tienes hambre otra vez. Y desayunando a las 10
no te entra un plato de pasta con carne a las 12:30. Por lo que cada día
desayunamos, comemos y cenamos a horas diferentes.
Otra cosa a la que me estoy aficionando en Francia, aparte de ir a
la compra y montar en bici, es al té. Ya lo era antes de venir, de hecho el año
pasado me compré una teterita y bebía té casi a diario. Al no gustarme
demasiado el café me dio por ahí. Flora, nuestra vecina taiwanesa, bebe té a
todas horas y todo el día, y cada vez que nos ve subir las escaleras sale con la sonrisa puesta y con
su jarra amarilla humeante de té hirviendo. Entre la vecina y yo hemos hecho que Tere se vicie también.
Flora colecciona té de todas las partes del mundo, y tiene un arsenal del
taiwanés en su estudio, a este ritmo poco le va a durar con nosotras como
vecinas. Yo le di un par de sobres del que me traje de Spain y ¡qué contenta se
quedó la mujer! Si es que somos las más bohemias.
Cambiando de tema radicalmente, este finde hemos cogido el tren y aprovechado para ir a Nantes el sábado y a Le Mans el domingo. El tiempo nos ha acompañado, aunque oscila entre el "frío que te cagas" al "calor que te torras" en menos de diez minutos (así tengo el catarro que tengo ahora mismo). Nantes me ha gustado pero me quedo con Le Mans. A pesar de ser conocido mundialmente por el circuito, la ciudad es preciosa y encantadoramente francesa. Lo que tenemos más olvidado es Angers, que a pesar de llevar aquí medio mes, todavía no hemos ido a ver el château (castillo) pero posiblemente lo arreglaremos este finde. Ya se sabe que al final, lo que tienes en tu ciudad, lo vas dejando pasar porque "siempre está ahí".
Ayer hubo conexión Padrón-Angers por Skype con las mujeres de la familia Cousiño, empezando por la matriarca del clan, mi abuela, acabando por mi prima pequeña Sara. Me hizo gracia verlas a todas ataviadas con la ropa de casa en el sofá de la casa de mi abuela, no pudo faltar el timbre ni el teléfono. Me hizo ilusión estar como metida en medio del todo el jaleo mientras mi madre organizaba el cotarro.
Después de todo, me tengo que ir a clase de français a perfeccionar la lengua de Molière, pero no sin antes enseñaros los productos a base de los cuales sobrevivimos Tere y yo en Angers, no son como los de Deliplus o Hacendado pero hacen que tengamos menos morriña ;)
Bisous!!
Comprendo tu alegría al abrir la caja y ver las cosas ricas que te hemos enviado...puedes reservar las "Bien vu" para cuando se acaben.
ResponderEliminarLas mujeres de la familia, como tú las llamas, siguen tu blog, tu abuela está encantada leyéndolo, te manda muchos besos y espera que sigas escribiendo.
He visto las fotos y Le Mans me parece muy bonito, ¡que envidia, viajar! pero no te olvides de estudiar, jajaja me ha salido un pareado. Besos,