sábado, 17 de mayo de 2014

La creatividad

No era mi plan tener esto tan desactualizado, de hecho tengo una entrada en el apartado de borradores desde el 28 de abril, bajo el título “el gym”, animada por Roberto (mi compañero de piso) a que escribiese algo sobre el tema una vez que retomé el saludable hábito de hacer “deporte” hace un mes escaso, (¿lo que se hace en un gimnasio realmente se puede llamar deporte?), pero bueno, como no acabo de escribir nada que me convenza, ahí se quedará hasta que me venga la inspiración.

Y es que precisamente Roberto es el culpable de que hoy me apetezca escribir algo, o no; la culpa la tuvo realmente una visita que hicimos en marzo a uno de los templos de cultura y modernitos por más metros cuadrados del panorama actual, la Fnac. Después de perdernos por las estanterías llenas de libros de lo más apetecibles ojeando y curioseando (literalmente, porque la Fnac de Plaza Cataluña es gigante), nos acabamos reencontrando cada uno con un libro bajo el brazo.

Él se compró el último de Luis Bassat: “La Creatividad”, la primera edición es de febrero de este año, así que más actual imposible, tenía buena pinta. El miércoles pasado por fin cayó en mis manos e hice algo que no suelo hacer: interrumpí lo que estaba leyendo para darle prioridad a la novedad.

La verdad es que no me gusta demasiado la novela con la que estaba ("Palmeras en la nieve" de Luz Gabás) pero la tengo bastante avanzada como para abandonarla (y la terminaré antes de que acabe el mes), e hice bien en cambiar porque “La Creatividad” no me duró mucho. Lectura fácil, bien estructurado, 185 páginas repartidas en prólogo, introducción, epílogo, agradecimientos, y lo importante: 10 capítulos muy interesantes.

Bassat&Ogilvy son quizás uno de los primeros nombres que aprendí cuando empecé la carrera de Publicidad, y en ese momento de total confusión e ignorancia ese binomio se quedó grabado en mi cerebro como americano. No fue hasta que leí “El Libro Rojo de la Publicidad” cuando descubrí que Bassat se llamaba Luis (Lluís mejor dicho) y que era de Barcelona. Ogilvy era inglés pero vivió muchos años en Estados Unidos.

Un gurú de la publicidad a nivel mundial, perdón, PUBLICIDAD en este caso, era español y me había pasado completamente desapercibido ese dato, a partir de ahí y obviamente sugestionada, sus campañas me parecían incluso mejores de lo que son. Y no es que lo diga yo, es que lo estudiamos en la carrera porque sus más de 400 premios así lo confirman.

En el libro hace un repaso de toda su trayectoria como publicitario, sus campañas, los spots que han sido oros en festivales internacionales y experiencias más personales pero siempre enfocadas a la creatividad. Hace muchas referencias a la ciudad de Barcelona y a profesionales que he tenido el gusto de escuchar gracias a la Universidad, como Toni Segarra, entre otros.

Una reflexión que me ha gustado en especial es la que hace acerca del término que da título al libro. Bassat explica que la creatividad es una palabra que los “publicitarios” se apropiaron y como aparentemente concuerda con el ámbito que se le ha atribuido, ahí se ha quedado; pero que ésta es extensible a todos los campos por que todas las personas son creativas por naturaleza. Un ejemplo que me ha encantado ha sido el de su amigo Rafael Marquina, diseñador e inventor de algo tan simple y tan revolucionario como esto.

En otro capítulo xplica los caminos creativos que resumen todas las ideas publicitarias y que yo en su momento, estudié en la universidad. Ejemplifica con campañas antiguas y con otras más actuales para dejar bien claras las diferencias, para mí lo interesante era tratar de recordar con nitidez los spots de los que habla y que argumentan el camino elegido.

Una cosa que desconocía por completo y que me llamó la atención, es que Bassat ganó la Medalla de Oro Barcelona ’92 por su contribución al éxito de las Ceremonias Olímpicas, y que la idea de encender el pebetero con un arquero y una flecha fue suya (y de su equipo). Enseguida me vino a la mente mi madre repitiéndome cada edición de los JJOO que aquella fue la manera más sorprendente de darle vida a llama olímpica, “la mejor de la historia”, bajo su criterio, claro.

Tenía apenas un año cuando fueron los juegos en Barcelona y la primera vez que vi el vídeo en YouTube del encendido, ya me habían destripado todo el misterio y la tensión era inexistente porque sabía que no iba a fallar. Como no creo que nunca se llegue a materializar “Madrid dosmilequis” de momento esa flecha seguirá siendo una parte importante de nuestra historia; ella, y Luis Bassat.


"Reglas para la creatividad: Regla 1: no hay reglas;
Regla 2: nunca olvides la regla 1"

David Ogilvy

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