El domingo pasado preparamos garrafas y bocatas y nos fuimos al Holi Festival por la mañana, madrugamos un domingo para pasar el día en el parque de las cerillas de Horta y celebrar la llegada de la primavera, porque de eso se trataba, de dar la bienvenida a la nueva estación a todo color.
El día nos acompañaba, sol, calorcito, ¿qué más pedir? (en Galicia pedir esto es mucho, pero aquí es el pan de cada día jojo :) ). Ataviados con camisetas blancas, requisito de la fiesta, y gafas de sol para no quedarnos ciegos nos dirigimos al metro. Una vez que llegamos a la parada fuimos conscientes de la cantidad de gente que como nosotros, había decidido ir al Holi para saltar y disfrutar al puro estilo Bollywood.
Música hindú, un escenario para las actuaciones, los puestos con las bolsitas de los pigmentos protagonistas de la fiesta y una barra eran el reclamo para que más de 4.000 personas le diesen a "voy a asistir al evento" en Facebook. No sé la cifra que finalmente se dio cita allí, pero que éramos gente de lo más variado estaba claro: grupos de jóvenes como nosotros, familias con niños pequeños, parejas con bebés, señoriños, perros... nadie se quería perder los colores del Holi.
Se podían comprar las bolsitas, pero también las repartían gratis, entre las que compramos y las que rapiñamos acabamos incluso con colores repetidos, pero como suele ocurrir, lo que quieres es lo que no tienes y los colores más preciados eran el azul y el verde; tanto que incluso te permitías la licencia de pedirle al de al lado un poquito.
Nos lo pasamos como enanos, ¡nosotros y todos! No había más que mirar la situación surrealista de alrededor, caras amarillas, dientes verdes, manos rosas, perros azules... pistolas de agua que convertían el mejunje en marrón y sofocaban un poco el calor... Sin darte ni cuenta y sin verte la cara en todo el día empezabas siendo amarillo, para pasar después al rojo o al azul, y luego al indefinido de toda la mezcla, que solía acabar en marrón chungo o en azul eléctrico estilo Avatar pitufiano.
La masa Holi empezó a disgregarse a las 6 de la tarde y la estampida en metro fue de lo más graciosa, lógico... estábamos rodeados de gente normal que nos miraba con curiosidad, alguno que otro nos preguntó extrañado de dónde veníamos y se sacaron una fotos con nosotros. Nuestro final particular fue a remojo en la Barceloneta, y ni con esas, ni con dos duchas posteriores, conseguimos volver a nuestro color. La ropa por supuesto, a la basura.
El Holi Festival no sólo se hace en Barcelona, sino que se celebra en varias ciudades de todo el mundo, ¡si tenéis la suerte de que os pilla cerca no dudéis en ir! Yo ya estoy deseando ir al próximo! Y ya para terminar unas fotos que hizo mi compañero de piso Roberto con la GoPro en las que se ve lo bien que nos lo pasamos y cómo fuimos digievolucionando. Enjoy!
ART IS LOVE
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