No era mi plan tener esto tan desactualizado, de hecho tengo
una entrada en el apartado de borradores desde el 28 de abril, bajo el título “el gym”, animada por Roberto (mi compañero de piso) a que escribiese algo
sobre el tema una vez que retomé el saludable hábito de hacer “deporte” hace un
mes escaso, (¿lo que se hace en un gimnasio realmente se puede llamar
deporte?), pero bueno, como no acabo de escribir nada que me convenza, ahí se
quedará hasta que me venga la inspiración.
Y es que precisamente Roberto es el culpable de que hoy me
apetezca escribir algo, o no; la culpa la tuvo realmente una visita que hicimos
en marzo a uno de los templos de cultura y modernitos por más metros cuadrados
del panorama actual, la Fnac. Después de perdernos por las estanterías llenas
de libros de lo más apetecibles ojeando y curioseando (literalmente, porque la
Fnac de Plaza Cataluña es gigante), nos acabamos reencontrando cada uno con un
libro bajo el brazo.