Hoy
escribo en el tren, después de un mes de silencio me
apetecía volver a escribir y dar señales de vida, aunque poco a poco me doy
cuenta de que estoy abandonando esto sin ningún tipo de remedio.
Después
de pasar el fin de semana fuera de casa y estando sentada en un tren lleno de
gente con caras largas, soy consciente de que mañana es lunes y otra vez vuelta
a la rutina, aunque realmente mucha rutina tampoco es que tenga; porque antes
mis días se basaban en ir a la agencia y hacer prácticas de coche, algo que ya
he dejado porque aprobé el carnet de conducir hace semanas, el día de mi cumple
para ser exactos.
Mi
profe de autoescuela es tan majo y le cogí tanto cariño que no dudé en recomendárselo a mi
amiga Sara, que aprobó el teórico el día que yo me sacaba de encima por fin la
autoescuela. Mis mañanas siguen siendo en Efe, pero cada una no tiene nada que ver con la anterior, y el carnet se
sustituye por las tardes enclaustrada con Sara y nuestros respectivos trabajos de fin de grado, que aunque no quiera lo tengo ahí metido en la cabeza todo el día como un peso que me oprime las neuronas.