"Pastel para fans del chocolate". |
Lo
bueno de proclamarse y asumir que eres una adicta al chocolate es que la gente
de tu entorno lo sabe y cuando se acaba la navidad tu eres la destinataria de
todo el Suchard que les sobra en casa (gracias madrina). Además nunca fallarán
a la hora de hacerte una tarta de cumpleaños (gracias Martín) o traerte unas
galletas de una visita a Alemania (gracias Fabian)… y es que no hay duda
alguna, a mi déjate de flores, ¡bombones! (gracias Carmen y Juan).
Aunque después lo pienso fríamente y lo que me gusta el queso también es preocupante, esto ya sin meterme a concretar con platos o comidas específicas (sí, pizza). Por eso fui muy feliz viviendo en Francia comiendo galettes y crêpes, las primeras saladas llenas de queso y las segundas dulces a tope de nutella. Tampoco tendría problema viviendo en Italia, entre pizza, pasta, parmigiano y gelatos… Y este verano en Bélgica comprando bombones Godiva como quien va a por caramelos al súper tampoco había queja… unos van a probar cervezas, otros a lo nuestro. Si es que ya se sabe, “existen dos tipos de comida: a las que se le puede echar queso y a las que se le puede echar chocolate".
Aunque después lo pienso fríamente y lo que me gusta el queso también es preocupante, esto ya sin meterme a concretar con platos o comidas específicas (sí, pizza). Por eso fui muy feliz viviendo en Francia comiendo galettes y crêpes, las primeras saladas llenas de queso y las segundas dulces a tope de nutella. Tampoco tendría problema viviendo en Italia, entre pizza, pasta, parmigiano y gelatos… Y este verano en Bélgica comprando bombones Godiva como quien va a por caramelos al súper tampoco había queja… unos van a probar cervezas, otros a lo nuestro. Si es que ya se sabe, “existen dos tipos de comida: a las que se le puede echar queso y a las que se le puede echar chocolate".
Lo
malo de esto, si engordas hasta con el aire como es mi caso, es que hay que
intercalar mucho brócoli, coliflor y judías de por medio si quiero seguir
usando toda la ropa que tengo en el armario. Esto ya sin contar hacer ejercicio
para contrarrestar el atracón bien merecido algún día de la semana. Cuántas
veces he deseado poder teletransportarme y comer sin engordar, benditos los
privilegiados de metabolismo acelerado. Yo he desistido, me proclamo adicta al
chocolate, al queso, a los viajes, a Instagram y “fofisana”, es todo mucho más
fácil, en serio.
Porque
te pones a pensar y al final que si las “grasas buenas” del aguacate, la avena
en el desayuno, las semillas de Chía en el yogurt 0%, las infusiones de cola de
caballo, el té, unas gotas de limón en el agua, la leche de soja, el azúcar
moreno, la piña, las nueces… la hora de cardio, las series de pesas,
estiramientos y los circuitos de Kayla Itsines. Las planchas y las sentadillas.
¡No nos olvidemos de los abdominales!.
Algunas
semanas me cuesta incorporarme de la cama de lo que me duele todo el cuerpo,
una agujetas… que hasta sufro para reírme a carcajada limpia. Pero bueno, mejor hacer algo todos
los días que estar a dieta, porque tras varios días comiendo aburridas ensaladas
aderezadas con “”””queso”””” ligth para darle un poco de alegría (es como comer
corcho, solo por la impresión deberíais probarlo), te planteas el suicidio como
opción (es broma, estoy exagerando, que eso también me gusta mucho).
La
coña es que a veces, sobre todo cuando ceno sola, me sorprendo a mí misma
mirando al horizonte de mi cocina (no muy lejano por cierto) mientras me como
el yogurt 0% de turno con una cucharilla de café (para que me dure más, trucos
de veterana) y al acabar tengo más hambre que antes y acabo cenando dos veces.
La vida.
Algunos meses tengo más fuerza de voluntad que otros, sobre todo después de percances en tiendas de ropa, porque hay que ser optimista siempre, para todo, hasta para las tallas de Inditex.
Algunos meses tengo más fuerza de voluntad que otros, sobre todo después de percances en tiendas de ropa, porque hay que ser optimista siempre, para todo, hasta para las tallas de Inditex.
“Hay
que ser optimista”, eso pensé yo cuando en el probador de Suite Blanco me quedé
atrapada en un vestido de abalorios talla XS que casi me impide llegar a tiempo
a la cena que tenía con mis amigos esa noche. Tampoco estaría de más ser realista, pero diré en mi defensa que parecía
bastante grande, una S o incluso una M, además era de estos flojos con una goma
en la cintura. Me vine arriba porque estaba al 70%, porque en realidad no cupe
en una XS ni cuando era una niña, así que ahora con 24 años y más kilos el
resultado era auténticamente bochornoso, si encima le sumamos que me dejé la
camiseta que llevaba ese día puesta (pereza), el efecto no era muy glamuroso.
Lo
peor ya no era lo mal que me quedaba el vestido, que puesto en mí se había
convertido en un horror de saldo, el verdadero problema era quitármelo sin
ayuda en un cubículo de 2m con 4 halógenos encima calentándome la nuca y
haciéndome sudar el maquillaje… ¡socorro!. Yo que siempre rajo de las
cara-colacao que dejan las prendas blancas de Zara hechas un cristo, iba a
hacer lo mismo en un vestido, menos mal que era negro y disimula un poco.
Mi
primer pensamiento de auxilio fue Cris, como ya habíamos quedado para que
dejase sus cosas en mi casa, era factible llamarla para que viniera a
socorrerme al probador, porque después de varios minutos forcejeando conmigo
misma sin reventar el vestido, tenía claro que no iba a salir de ahí a pedirle
ayuda a una dependienta, antes salía de la tienda con el vestido puesto y
pasaba por caja acercando la etiqueta al escáner manteniendo la poca dignidad
que me iba a quedar en ese momento.
No
sé el tiempo que pasé en el probador, seguro que no mucho, eso sí, a mí se me
hizo eterno, me dio tiempo hasta a imaginarme como protagonista en un capítulo
de Girls de lo patética que estaba siendo la situación. Al final conseguí salir
del vestido sin romperlo, pero poniendo en práctica una serie de movimientos
contorsionistas que hacían que se me quedase pequeño el probador… Una vez
liberada y ya en la calle sólo podía pensar en las sabias palabras de Sara, “ir
de compras es lo peor, solo constatas que has engordado y encima tienes que
verte con esa luz de los probadores que saca lo peor de ti”.
Amén ¡y que vivan las L's y XL's!
a mi también me encanta comer :) ¡Qué viva la talla L bonita! :) :)
ResponderEliminarun besito desde EsenciadeNerea.